Blog de Hannah Sanel
Escribo en las nubes, muros y paredes y he colaborado en El Salto, El Huffpost y en 'El caballo de Nietzsche` de eldiario.es.
“Nos vamos por el retrete, terrícolas”
El escritor Daniel Fuentes Casado se presenta a esta charla con Maese Tertu aferrado a su brazo, recién salido de las páginas de su ópera prima, El hombre analógico, novela que protagoniza. La inclasificable criatura luce un bigotón, flanqueado por unas patillas de carlista, y su especialidad es cuestionarse el mundo y llegar a conclusiones peregrinas que tienen su gracia e invitan o incluso obligan a reflexionar.
Enemigo del consenso y adicto a las preguntas poco amigas del código binario sobre variopintos temas, sean baladíes o grandes cuestiones no resueltas de la humanidad, Tertu toma la avanzadilla cuando escucha las palabras “cambio climático” y “pandemia”.
Sobre el cambio climático, sentencia, después de mucho carraspear y sacudir los hombros como si se sacudiera caspa incandescente, que “es en lo único en lo que parece que nos hemos puesto de acuerdo últimamente como especie. Cuando los sapiens nos ponemos, somos una especie que no hay quien nos pare. Sin embargo, la pandemia, o como rayos se le llame a este apocalipsis bufo, nos ha pillado in púribus”.
HANNAH SANEL: Señor Tertu ¿Se considera un hombre común o extraordinario?. Como siempre que no sabe qué hacer y se le mezcla realidad con irrealidad, menea el mostachón, que, con las guías enruladas a la altura de los ojos, le ofrece un marco desde el que mirar el mundo, como a un/a director/a de cine intentando acertar con el cuadro, y responde:
TERTU: Verá, Maesa Hannah. Usted sabe que no hay nada más vulgar que intentar ser extraordinario. Como “hombre soy y nada de lo humano me es ajeno”, todavía sueño con inventar un sistema filosófico o descubrir teoremas o accidentes geográficos a los que dar un nombre y dar a mis hijos un apellido ilustre del que blasonar. Querer alcanzar logros extraordinarios es de una enorme vulgaridad. El famoso afán del que hablaba mi venerado maestro Landero en su novela ‘Juegos de la edad tardía’.
H.S: Habida cuenta de que hoy las ciencias adelantan que es una barbaridad, como autor de ‘El hombre analógico’ ¿eres de los que opinan que cualquier tiempo pasado fue mejor?
DANIEL FUENTES: Nos hemos puesto de hinojos ante la máquina, de una manera de la que ni somos conscientes, sin ningún cuestionamiento, y eso no es una buena noticia para la Humanidad. Y me atrevo a decir que tampoco para las máquinas. Nos dirigen los jinetes del apocalipsis de las multinacionales de redes sociales, la Inteligencia artificial, las telecompras, los teletrabajos y las telegaitas. Eso tiene un coste feroz para la Humanidad y el planeta. Es una tiranía de proporciones orwellianas, como no se había conocido otra. Son malos tiempos para la lírica, la intimidad, el silencio y el sosiego. Todo lo mejor de lo humano ha nacido en soledad, después de mucho trabajo sereno y profundo. Si Newton hubiera estado mandando whatsapps mientras le cayó la manzana, seguro que no se le habría ocurrido nada.
Por otra parte, igual que las armas de fuego acabaron con el arte de la esgrima, y cualquier canalla con una pistola podía matar por la espalda a un aguerrido espadachín, hoy cualquier imbécil con conexión a Internet puede sentirse medio omnisciente. El argumento de “para qué estudiar o memorizar si está todo en Internet” es descorazonador. También todo el saber estaba ya antes concentrado en la Enciclopedia Británica, y a nadie se le ocurría plantearlo con ese descaro insolente, antes no se decía “bah, para qué estudiar, si ya está todo en los libros”.
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