‘Blackfish’, el documental que denuncia el cautiverio de las orcas

Hannah Sanel

06 NOVIEMBRE 2013 | Imagen: AP162.- Sucedió de forma inesperada, en tan sólo unos segundos, pero los expertos dicen que el ataque letal de aquella orca a su entrenadora no era sino la crónica de una muerte anunciada. Fue en el 2010 cuando Tily mató a Dawn en un parque acuático de Florida, el SeaWorld Shamu Stadium, y ahora, casi tres años después se estrena el documental Black Fisch para denunciar su cautiverio y explicar por qué ocurrió aquel fatal incidente.

Dirigido por Gabriela Cowperhwaite, el emocionante documental narra la vida de Tilikum (Tily) desde su captura hasta el instante en el que aquel fatídico suceso acabó con la vida de Daw Brancheau, una experta entrenadora cuya veteranía no pudo impedir que ocurriera lo inevitable en plena exhibición. No en vano, además, ella era su segunda víctima mortal y estuvo implicada en varios percances.

¿Pero, por qué tanta violencia, acaso son seres sanguinarios? Nada de eso. Todo lo contrario, en realidad son las víctimas de esta historia. Empecemos diciendo que las orcas salvajes no atacan a los seres humanos o, al menos, para ser exactos podemos afirmar que no existe registro de tal cosa.

El precio del espectáculo

Por otro lado, es fácil imaginar la agresión vital que supone la captura y confinamiento de por vida en una pequeña piscina para cualquier orca, un gigantesco animal marino diseñado por la naturaleza para nadar grandes distancias, al tiempo que establecen relaciones sociales de gran complejidad.





Añadamos a todo ello el cruel método de aprendizaje o amaestramiento basado en el sistema de recompensa y castigo, que las obliga a obedecer, a aprender los trucos que tanto nos gustan y aplaudimos. El precio, sin embargo, es demasiado alto.

Todas las circunstancias de la vida en cautiverio se suman, en fin, y van acrecentando su frustración, transformándolas en una auténtica bomba de relojería. Recordemos que además de las muertes humanas, en este mismo parque mueren numerosas orcas en cautiverio de forma prematura y sus responsables se niegan a publicar los informes de necropsia sobre las causas de su fallecimiento.

Sea como fuere, los biólogos marinos tienen claro que la situación de cautiverio supone infligir un grave maltrato a estas criaturas inteligentes, que tienen emociones y sentimientos. Que mueren y matan por ofrecer un espectáculo que no deja de ser una mentira, un abuso y, sobre todo, un negocio a costa de su preciada, tan necesaria libertad.

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