Carlos Ruiz Zafón entendía la literatura como "parte esencial" de la civilización, una "rebelión" en clave ética "contra el impulso puramente biológico"

La defensa de los sin voz, sean personas o animales, está estrechamente relacionada con principios éticos que constituyen la esencia de las sociedades civilizadas, una visión de la que participa el malogrado escritor Carlos Ruiz Zafón, para quien la estructura de la civilización se basa, en su lento pero constante evolucionar, en estándares morales superiores cuya fragilidad constituye fuente de inspiración para su obra La sombra del viento, tal y como manifestó en la entrevista que concedió a Radio Nederland en 2005.

En la Guerra Civil española, así como en cualquier guerra, “hay una ruptura fundamental de la fibra de la civilización, de esa especie de ilusión que hemos construido, que nos permite pensar que sí, que somos seres más o menos civilizados. Y yo creo que en esos momentos la promesa de la humanidad se rompe y hay que volver a empezar, pero nada es igual”, dice. Otras de sus declaraciones se refieren a la soledad y al tormento que sienten los niños que pierden a su madre, como le ocurre a Daniel Sempere, el personaje central de la novela, porque no pueden recordar su rostro. “Supongo que será en parte el miedo que tenemos al olvido, y ese es un elemento metafórico”, reflexiona.

El simbolismo de la madre, a su juicio, se explica teniendo en cuenta que, “en este caso, este personaje que queda huérfano de madre necesita descubrir el mundo. Y yo creo que lo que sucede en la historia de La sombra del viento es que muchos de estos elementos son utilizados a nivel metafórico más que a nivel real”.

En concreto, cuando en la novela dice Daniel Sempere sobre Clara Campoamor, su amor imposible, que quizás por eso la adoraba más,  por esa estupidez eterna de perseguir a los que nos hacen daño’, el entrevistador le pregunta si es lo mismo que decir que los seres humanos somos casi los únicos animales que hacemos daño a quienes nos aman”. A lo que Zafón responde que los seres humanos tenemos la dimensión de la ética de la moralidad, lo cual es una consecuencia de la autoconsciencia, y yo creo que las estimaciones de lo que es hacer daño y de lo que no lo es, a veces, son puramente casi éticas o consideraciones emotivas y entonces, realmente, sí que es algo que nos define como seres humanos. Además, está esa dimensión desde la emotividad de la ética, de la moral, el que creemos ese sistema de valores por el cual creemos que nos regimos o por el que cual queremos que nos queremos regir”.

La ficción y la realidad se retroalimentan de un modo interesante, fascinante, al tiempo, bajo el enfoque de Zafón. A su juicio, “una de las grandes cosas de la literatura es que nos permite aproximarnos al mismo fenómeno desde múltiples perspectivas y parte de eso yo creo que se refiere a la noción de la civilización como una rebelión contra la naturaleza. Es una rebelión contra nuestro propio plan biológico, nuestro modelo biológico, dentro de la naturaleza que nos empuja en cierto sentido. De algún modo, la civilización no es más que el autoconocimiento, un intento de autorregularnos, de separarnos de lo que es ese impulso puramente biológico y de elevarnos e intentar hacer algo mejor con este tiempo que tenemos en el planeta tierra, sea mucho o poco. Yo creo que la literatura es una parte esencial de ello”. En su caso, se fue de un modo tan prematuro, pero con una valiosísima contribución para hacernos más humanos y civilizados. Tanto con su maravillosa obra como con reflexiones tan interesantes como estas, que traslucen su gran talento para llegar a la esencia, al alma de las cosas de un modo certero, emocionante. 

Porque los libros saben de nosotros más de lo imaginable: “Hay algo en la literatura, en la creación que, de algún modo, nace de la necesidad, de la naturaleza humana, de articular nuestros conocimientos, nuestro autoconocimiento a través de la narración. Y los libros saben más de nosotros que nosotros mismos porque buena parte de la literatura nace de la exploración de nuestra naturaleza humana y yo creo que de algún modo nos encontramos, en la literatura, en la gran literatura, que nos ayuda a entendernos a nosotros mejor, a entender a los demás y a poner las cosas en perspectiva”
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