Sábado, 4 de abril de 2020.- Hoy inicio esta sección, en la que pretendo evocar noticias o situaciones que me han parecido relevantes de la jornada. Serán reflexiones a vuelapluma, y las publicaré siempre al filo de la medianoche, una serie de crónicas a la luz de la Luna, aprovechando la quietud de la noche, momentos idóneos para pensar escribiendo de un modo espontáneo, haciendo el último vuelo del día antes de volver al nido para descansar y reponer fuerzas.
En esta ocasión, voy a ponerme las imaginativas gafas del triaje, pero no para mirar bien a quién dejo sin respirador, como se está haciendo en los hospitales, sino, muy al contrario, para separar a quienes más ayudan a luchar contra el coronavirus y a quienes hacen justo lo contrario.
Veamos alguna pincelada de lo que se publica hoy en la Red con respecto a los primeros, aquellos que tiran del carro. Son los llamados héroes cotidianos, y que quizá deberían considerarse mejor auténticos mártires forzosos, puesto que defienden a la población del coronavirus de forma pretendidamente vocacional. Sin embargo, la realidad es muy otra. Así lo explica de forma proverbial un texto publicado en Twitter por Antoñita Tatuajes, en el que dice estar “hasta el coño de vuestra pandemia de sofá, mantilla y peli. De los aplausos por los sanitarios. Sanitarios que tienen medidas de protección ínfimas, porque hoy aplaudís, pero ayer votasteis recortes. Harta del desfile de la policía tocando la sirena, la misma que te saca la porra si levantas un poco la voz. Harta del buenrrollismo pandémico, de los challenge y del ‘saldremos de esta’. No, no vamos a salir, cuando esto acabe, todo volverá a lo de antes, a la falta de empatía, al ‘yo primero’ y a mirar para otro lado ante las injusticias sociales. Seremos más pobres, y nos tocará remontar y los de siempre volverán a ponernos palos en las ruedas para que la gente como yo y como tú que sales a aplaudir, sigas abajo y ellos puedan seguir con la cartera llena.
Somos un asco de sociedad y solo demostramos la falsa unión ante desgracias. Después de esto, eso puede cambiar, solo tenemos que dejar de mirarnos el ombligo y mirar alrededor, como hacemos ahora desde la ventana”. Por lo tanto, tiran del carro unos pocos, entre ellos obviamente quienes no tienen qué comer, con qué pagar el alquiler o la hipoteca, y demás gastos básicos, aunque algunos se hayan suspendido, perdonado o pospuesto. Tanto se da para saber quiénes están haciendo un esfuerzo realmente importante, pero por favor, no hay que llamarles héroes, fundamentalmente cuando es de forma capciosa.
Otros que tiran del carro, héroes nunca reconocidos, son aquellos que conciben la sociedad como un espacio en el que caben todos, incluidos los animales en apuros, ayudando y dando de comer a las aves urbanas, así como a los gatos y perros abandonados. Además de rescatarlos, como hacían ya desde siempre. Al no salvar a personas, no por ello son menos héroes, muy al contrario, son sensibles a las necesidades de los sin voz, al margen de lo que conviene al sistema económico, capitalismo salvaje, y también alejado de la empatía antropocéntrica. Están supliendo la vergonzosa carencia de medios institucionales entregando no solo su esfuerzo y tiempo sino su tiempo y buena parte de su vida. Igualmente, cabe felicitar a quienes denuncian los maltratos en estos momentos, a consecuencia del empeoramiento de las condiciones de transporte por normativas aprobadas con motivo de la crisis sanitaria del coronavirus.
En el grupo de los verdugos, aquellos que actúan de lastre y escaqueados, fijémonos en donde pone el foco el diario británico Financial times, señalando lo penoso que resulta que solo la oposición española siga con las espadas en alto, cuya de acuerdo con el tuit que publica Daniel Senderos, diputado del PSE Álava. ¿Y qué comentario merece que más de 2.000 respiradores de la sanidad privada estén sin uso porque nadie los reclama, mientras las UCI están al límite?
También leemos en la prensa que los ricos amenazan la lucha contra el coronavirus, y no precisamente porque no apoyan con sus fortunas a un mundo agonizante o porque sino por su éxodo a destinos turísticos de lujo. Otros que actúan de lastre son las televisiones privadas que han puesto la mano, metiéndose en el bolsillo 15 millones de euros que tan necesarios son para el país. En esta línea, tirar del hilo significa mirar hacia los recortes sanitarios, no importa por parte de qué partido hayan sido, o hacia todo aquel que haya robado a las arcas públicas, nada que no se sepa o intuya, en definitiva.
Y, cómo no, la decisión de Trump de mandar fuerzas militares cerca de Venezuela solo puede calificarse de locura y acto rayano en lo criminal, tal y como explica el sentido común, así como dos tuits que no pueden perderse: el publicado por el ex Embajador de Perú en Venezuela y el épico tuit que bordó ayer Juan Carlos Monedero.
Por último, el anunciado impulso del Gobierno en cuanto a la producción nacional del material sanitario es no solo prioritario y más que urgente, también llega tarde, también en la cuestión de tener una reserva estratégica. El riesgo se conocía desde hacía más de diez años. Recuperemos las palabras del Presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, cuando hoy ha dicho que entre todos venceremos, que a todos protegeremos, pero descarta una prórroga de la inactividad de la industria. No es difícil hacer un triaje, en este caso, además, sin dolor alguno de corazón.
Como corolario, me permito definir héroe o heroicidad, tanto se da, inspirándome en estas hermosas y aleccionadoras palabras de Luis Eduardo Aute, deseando que la tierra le sea leve, quien afirmaba que “mientras quede un solo ser humano que considere a los demás como seres humanos y no como material negociable, todavía habrá algo de esperanza para el mundo”.